Doudou, que suena como dudú, proviene de una palabra francesa “doux”, que significa suave, dulce, blandito. Y como todos los niños empiezan a hablar con monosílabos redoblados (papa, mama, tete) se convirtió en dudu.
Un doudou es un objeto en el cual el niño deposita su apego y suele ser un muñeco de peluche o trapo o a veces simplemente una mantita. Además de ser adorables y quedar preciosos como decoración en el cuarto infantil, la función de estos muñecos es proporcionar sensación de seguridad a los peques en cualquier momento, pero sobre todo a la hora de dormirse.
Los expertos hablan de ellos como objetos transicionales, es decir ayudan a hacer la transición entre estar siempre con mamá y papá y empezar a pasar ratos solos. Al ser suaves y llevar impregnados olores que le son familiares (el perfume de mamá, la suavidad de su piel, el olor de la cuna, de casa y de sus propias babitas), el bebé calmará su ansiedad cuando los chupa, los acaricia o apoya la cabeza sobre ellos y dejará de sentirse solo. También cuando más tarde salga al exterior, con su Doudo siempre llevará un trocito de su universo íntimo, que lo reconforte y tranquilice.
En muchos casos es un objeto que será indispensable para el niño hasta más o menos los 6 años, así que hasta entonces será un equipaje imprescindible. Olvidarlo en casa o perderlo se puede convertir en un auténtico drama familiar.
Como en cualquier producto de puericultura, es importante que este muñeco sea sano y seguro. Además de estar hecho de un material natural, no debe de tener elementos pequeños como ojos o botones, ni pelos que puedan desprenderse y con el cual el bebé se pueda atragantar. Dado el uso que se le va a dar, es también crucial que se pueda lavar en la lavadora. Además, es muy recomendable tener un doble para cualquier eventualidad.
El Doudou acabará pareciéndose muy poco al original pasados unos meses o años, pero a tu pequeño seguirá pareciéndole irresistible y no dejará de quererlo.
Ojalá y nuestro Teddy Doudou sea el elegido…
Vero
