
“Puedes diseñar y crear, y construir el lugar más maravilloso del mundo, pero se necesita gente para hacer el sueño realidad”, Walt Disney
Esta frase del célebre productor de cine, empresario y padre de Mickey Mouse, también la podemos aplicar a Dulce de Lana. Nuestras prendas con sus preciosos modelos y la fantástica calidad de la lana merino sólo emanan gracias a las hábiles manos de nuestras tejedoras.
Una de ellas es Lety, quien se ha ganado la confianza y la admiración de todo el equipo, gracias a su personalidad amable y modesta y a su incansable ánimo de superación.
Ella se inició en el arte de las agujas a los 6 años de edad: “Mi madre solía tejer manteles a ganchillo y un día me animó a aprenderlo para hacerle vestiditos a mi muñeca. Así empezó mi gusto por el tejido y a los 11 años conocí a la dueña de una papelería que me enseñó a tejer a dos agujas. Para reforzar mis conocimientos, en la secundaria tomé el taller de tejido.”
Su hija descubrió en internet nuestra empresa y después de una entrevista, empezó a tejer para Dulce de Lana. ¿Y cómo fueron los primeros pasos dentro del equipo?
“Al principio me costó trabajo entender los patrones y hacer las terminaciones de las hebras perfectas. Pero poco a poco me fueron enseñando técnicas más avanzadas y para cualquier duda siempre puedo contactarlos personalmente.”
Le gusta la tranquilidad de su trabajo y le encanta tejer prendas pequeñas y delicadas con un estambre muy manejable. Tiene diversas tareas y obligaciones durante el día, entre otras el cuidado de su madre con discapacidad. Pero con una buena organización, logra compaginar todas sus actividades. Invierte en su labor de tejedora entre 4 a 6 horas diarias. Nos cuenta:” al principio me pedían 3 prendas por mes, pero ahora logro terminar perfectamente 5 piezas.”
Gracias a su afán y perseverancia, Lety ha tenido una sorprendente evolución en su técnica de tejido. Admirable el camino que ha recorrido desde su primer vestidito de muñeca, hasta la excelencia de una prenda de marca de lujo.