
Hace muchos años lo natural era que cada cual se cosiera su propia ropa o encargara su hechura. Con el tiempo la moda se fue democratizando al fabricarse a gran escala, hasta que un conocido empresario español transformó la industria para siempre, ofreciendo moda a bajo precio para todos. La llamada fast fashion se basa en crear prendas de manera rápida y en grandes volúmenes, sacrificando muchas veces las buenas prácticas comerciales.
¿Sabías que la media de uso de una prenda es de tan solo 7 veces y que esta industria se ha convertido en la segunda más contaminante, generando el 20% de los residuos?
Debido a esta situación injusta e insostenible, ha surgido un modelo productivo opuesto, la slow fashion o “moda lenta”, que se preocupa por el impacto medioambiental y social y se caracteriza por cumplir con todas o la mayoría de las siguientes características:
1) materiales ecológicos– trabaja con fibras, tejidos y colorantes naturales como la lana merino y el algodón ecológico
2) hecha para durar– fabrica ropa para ponerse por mucho tiempo y no hasta que “pase la moda”
3) mayor calidad– ofrece prendas resistentes al uso con materiales y confecciones de buena calidad
4) producción local– para reducir el impacto medioambiental favorece la producción local y en muchos casos artesanal
5) sueldos dignos-aprecia los recursos humanos como valor añadido pagando sueldos más elevados
6) gestiona la basura de forma responsable– genera menos residuos en la producción y tiene una mayor concienciación en envoltorios
7) precios más caros– una consecuencia imperativa al ofrecer prendas de más calidad y pagar mejores salarios
Resumiendo, la moda sostenible presta atención al equilibrio que debe existir entre economía, ecología y responsabilidad social, actuando en el presente y pensando en el futuro.
En Dulce de Lana no pretendemos cambiar el mundo, pero en el pedacito en el que nos tocó vivir, queremos hacer la diferencia.
Vero