
¿Quién dijo que la lana sólo era para el invierno?
Definitivamente la lana en general siempre se asocia con temperaturas bajas y la conocemos como abrigadora del frío. Pero la lana 100% merino tiene características tan fantásticas que sirve tanto para temperaturas bajo 0 como para temperaturas hasta 35º C. Es más, refresca en verano porque regula el balance de humedad y por lo tanto la temperatura corporal.
¿Cómo se logra este milagro? Las fibras de la lana merino son higroscópicas, lo que significa que pueden ligar la humedad en forma de vapor de agua. Es decir, absorben la humedad del cuerpo y la almacenan temporalmente en su interior, quedando su superficie seca y agradable al tacto. En el siguiente paso, el aire ambiente cálido seca el material rápidamente, lo cual crea un enfriamiento por evaporación y refresca la piel. Además las cámaras de aire entre las fibras actúan como aislante contra el calor del exterior.
Por consiguiente se produce menos sudor, lo que puede provocar un olor desagradable. Otro efecto clave es la función natural de auto limpieza de la fibra, ya que la queratina que contienen, descompone las bacterias que causan el olor en la piel y minimiza las alergias. Así mismo y dependiendo de la densidad del tejido, la lana merino tiene un factor de protección solar natural de hasta 50, protegiendo la piel contra los rayos UV.
En suma, las prendas de lana merino son tan buenas para verano como para invierno y les darán durante todo el año el mayor confort y la mejor protección a nuestros pequeños angelitos.