
Me encanta hacer regalos para compartir una ilusión, un acontecimiento o una alegría con un ser querido o simplemente, darle un gusto especial a alguien muy valioso para mí. Antes de escoger y comprar el obsequio suelo pensar en esa persona, en sus gustos y sus necesidades y trato de ponerme en su piel. Considero que con mis pensamientos me acerco más a esta persona y estrecho los lazos que nos unen. Por eso me gustan los regalos personales y de calidad y siempre busco algo que perdure y no sólo dé un gusto en el momento. Prefiero que la envoltura sea sencilla, ecológica y con clase porque pienso que resalta más el regalo mismo.
¡Qué emoción cuando va a nacer un bebé, ya sea nieto o nieta propio o de una amiga! Siempre tengo una ilusión especial y un placer particular escoger un regalo para esos pequeños bebés que vienen al mundo a darnos tanta alegría y llenar nuestros corazones. Son criaturas genuinas, puras, inocentes y delicadas que queremos arropar con un toque muy suave. Cómo cuesta al principio vestir estas personitas tan frágiles, pero en un abrir y cerrar de ojos empiezan a redondearse y estirarse y lo que en los primeros días les quedaba grande al rato empieza a apretar. Como madre, y luego como abuela, me di cuenta que hay prendas tejidas que son especialmente prácticas y que vuelve uno a usar una y otra vez porque, además de ser bonitas, van creciendo con el bebé. Hay piezas que después de cada lavada siguen como nuevas, nos da gusto ponérselas a nuestros angelitos y se vuelven nuestros preferidos. Sobre todo cuando están hechos de un material sano, que acarician la piel fina y sensible del bebé.
Todas estas cualidades las he encontrado en Dulce de Lana y sus preciosas prendas tejidas a mano con lana merino muy suave. Me parece muy tierno su logo, el diente de león que significa bienvenida, amor y felicidad. ¡Quién no ha soplado alguna vez esta flor y pedido un deseo mientras volaban sus pelusas! Sus modelos son prácticos e innovadores, pero a la vez elegantes en colores alegres y armoniosos. Nos recuerdan a los tejidos de la abuela que de pequeños nos envolvían con amor, pero con cortes muy estudiados y terminaciones perfectas.
Veronika, abuela de dos pequeñas niñas